Navegar por las complejidades de la implantación de nuevas tecnologías en la industria de defensa

13 de noviembre de 2024
imagen de encabezado del blog

¿Cuáles son los retos de la implantación de nuevas tecnologías en la industria de defensa?

El sector de la defensa siempre ha estado a la vanguardia de los avances tecnológicos, desde el desarrollo del radar durante la Segunda Guerra Mundial hasta las aplicaciones más recientes de la inteligencia artificial (IA) en la guerra moderna. Sin embargo, por mucho que el sector sea conocido por liderar la innovación, también se enfrenta a importantes retos a la hora de implantar tecnologías emergentes.

Si trabaja en el sector de la defensa (como muchos de nuestros clientes), es probable que haya experimentado algún tipo de fricción a la hora de adoptar nuevas herramientas, plataformas o sistemas. Ya sea por falta de recursos, obstáculos burocráticos o preocupaciones por la ciberseguridad, hay una serie de factores que pueden ralentizar el progreso o dificultar el cambio. Así pues, ¿cuáles son los principales retos y cómo pueden afrontarse?

Analicemos los obstáculos más comunes y ofrezcamos algunas ideas prácticas del mundo real.

¿Por qué la burocracia frena el progreso?

No es ningún secreto: el sector de la defensa es conocido por su burocracia.

Dado que es mucho lo que está en juego, la tecnología debe someterse a estrictos controles y validaciones antes de ser adoptada. Y aunque esto es comprensible para garantizar la seguridad, la fiabilidad y los intereses nacionales, puede resultar frustrante cuando se trata de implantar nuevas soluciones con rapidez.

Por ejemplo, el Suplemento del Reglamento Federal de Adquisiciones de Defensa (DFARS) exige un proceso de adquisición riguroso y a menudo lento. Esto puede dificultar tanto a los contratistas de defensa como a los equipos internos la introducción oportuna de herramientas de vanguardia.

¿El inconveniente?

Para cuando hayas superado los trámites burocráticos, la tecnología podría estar ya obsoleta o los competidores podrían haberse adelantado.

¿Cómo podemos superarlo?

No hay duda de que el cumplimiento de la normativa es primordial, pero una forma de acelerar las cosas es fomentar una mejor comunicación entre las agencias gubernamentales y los contratistas. Establecer relaciones sólidas con los profesionales de adquisiciones puede ayudar a agilizar el proceso de aprobación.

Además, la adopción de metodologías ágiles para la gestión de proyectos puede permitir a las empresas empezar a implantar mejoras incrementales más pequeñas en lugar de esperar a una gran revisión. Esto puede reducir el tiempo de implantación y hacer que las cosas sigan avanzando.

¿Es la resistencia de los trabajadores un problema importante?

Seamos honestos: los viejos hábitos son difíciles de erradicar.

La industria de defensa tiene muchos sistemas heredados y una mano de obra que puede sentirse más cómoda ciñéndose a lo que conoce. Aunque los avances tecnológicos ofrecen enormes oportunidades, muchos de estos empleados pueden no estar preparados o dispuestos a adaptarse.

Una de las situaciones más habituales que nos hemos encontrado es la de ingenieros y personal de defensa que recelan de que las plataformas basadas en IA asuman sus funciones. Pueden preguntarse: "¿Perderé mi trabajo por la automatización?" o "¿Cómo puedo confiar en que el aprendizaje automático tome la decisión correcta en una situación de vida o muerte?".

Este tipo de resistencia puede perjudicar la capacidad de toda la organización para adoptar nuevas tecnologías.

¿Cuál es la solución?

La educación y la formación son cruciales.

Si su equipo comprende las ventajas de la tecnología que está tratando de introducir y cómo mejora realmente su trabajo en lugar de sustituirlo, es mucho más probable que se sumen a ella. Merece la pena invertir en programas de formación y talleres que permitan experimentar con las nuevas herramientas.

Otra táctica consiste en incluir a los empleados en el proceso de toma de decisiones. Cuando sienten que pueden opinar sobre las herramientas que van a utilizar, se implican mucho más en el éxito del proyecto.

¿Puede la ciberseguridad seguir el ritmo de los rápidos cambios tecnológicos?

La industria de defensa es uno de los principales objetivos de los ciberataques, y cualquier vulnerabilidad de las nuevas tecnologías puede ser aprovechada por los adversarios.

Con la creciente tendencia a integrar dispositivos de Internet de las Cosas (IoT), IA y computación en la nube en los sistemas de defensa, la superficie de ataque no hace más que crecer. Ya lo hemos visto con el infame ataque de ransomware WannaCry de 2017, que afectó a ordenadores de todo el mundo, incluidos los de entidades de defensa.

Por eso, una pregunta habitual que nos hacen es: "¿Cómo podemos asegurarnos de que las nuevas tecnologías no abran nuevas vulnerabilidades?".

¿Cómo lo abordamos?

La seguridad no debe concebirse como un añadido, sino como una característica esencial de cualquier nueva tecnología. La ciberseguridad debe integrarse desde el principio del ciclo de vida del desarrollo, siguiendo el planteamiento del "desplazamiento a la izquierda".

Además, las evaluaciones periódicas de vulnerabilidad y las pruebas de penetración deben formar parte de la rutina. Es fundamental asociarse con especialistas en ciberseguridad que comprendan las necesidades específicas del sector de la defensa.

Por último, existe un cambio creciente hacia la arquitectura de confianza cero, que asume que ninguna parte de la red es segura y requiere autenticación y validación continuas para cada usuario y dispositivo. La implantación de esta arquitectura puede contribuir en gran medida a disipar las dudas sobre la implantación de nuevas tecnologías.

¿Y la integración de sistemas heredados?

La industria de defensa es conocida por mantener sistemas heredados que ya han pasado su mejor momento. De hecho, muchas agencias de defensa siguen confiando en sistemas COBOL de la vieja escuela desarrollados hace décadas.

Por eso, cuando se trata de introducir nuevas tecnologías, otro reto es garantizar que estos sistemas puedan integrarse sin problemas en la infraestructura existente.

Por ejemplo, los vehículos aéreos no tripulados (UAV) o drones, una tecnología asombrosa con un enorme potencial. Sin embargo, integrar los UAV en los actuales sistemas de comunicación y mando de defensa puede ser una pesadilla debido a interfaces y protocolos obsoletos.